Posmodernidad

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Cita
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Biografía
La intensa búsqueda de una arquitectura capaz de ofrecer a sus clientes unas señas de identidad empezó acentuando la crítica de la uniformidad de muchos edificios modernos, marcada por la voladura del complejo residencial Pruitt Igoe de Minoru Yamasaki en St. Louis (1950-1954), que se había vuelto inhabitable.
Jane Jacobs había ya criticado en 1961 en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades norteamericanas la falta de alma del entorno urbano. En 1966 Robert Venturi, quien consideraba que en muchos casos lo moderno es demasiado simple, escribió Complejidad y contradicción en arquitectura. El libro de Charles Jenks titulado El lenguaje de la arquitectura posmoderna (1977) fue una aportación muy importante en esta línea. Para Jenks el pop art de los años sesenta representó el punto de partida del pluralismo fragmentario de una cultura de masas y el contra reflejo de la vanguardia elitista. En su opinión las tendencias historicistas constituían la versión positiva de las posibilidades opcionales abiertas. Recurrió al concepto de «doble codificación» para señalar la ambigüedad de los signos arquitectónicos, que contrapuso como fenómeno posmoderno a las hipotéticas nivelaciones de la modernidad.
En arquitectura se impuso la reintroducción de referencias históricas, de estilos arquitectónicos regionales típicos y de elementos decorativos y formados por piezas pequeñas. En el plano concreto se pueden señalar las características siguientes: división de los edificios altos en zonas muy definidas de base, fuste y remate, incorporación de decoraciones con carácter de citas y cargadas de humor en muchos casos, que se presentan fuera de su contexto histórico, y, finalmente, acercamiento irónico a la configuración antropomórfica. Son los casos, entre otros, del Portland Public Service Building en Portland, Oregón (1980-1982); de Michael Graves, la Piazza d’ltalia en Nueva Orleans (1974-1980); de Charles Moore, y el edificio AT&T en Nueva York (1978-1984); y de Phillip Johnson y John Burgee. En Europa, por el contrario, las perspectivas se situaron en la discusión del entorno urbano y residencial, y las referencias y los dimensionamientos históricos presidieron las reconstrucciones en las medidas relacionadas con la rehabilitación urbana, como las adoptadas, por ejemplo, por Rob Krier.
El nuevo interés por los modelos tradicionales de la configuración urbana alumbró en Estados Unidos el movimiento New Urbanism. Los arquitectos y autores estadounidenses Andrés Duany y Elizabeth Plater-Zyberk fueron sus promotores y con su planificación de Seaside, en Florida, demostraron la viabilidad comercial del mismo a principios de los años ochenta. Sus postulados enlazaban normalmente mediante arterias urbanizaciones residenciales de mayor concentración que la de los suburbios americanos y entremezclaban aprovechamientos distintos, de modo que los peatones animaban las principales vías de tráfico. Los nuevos urbanistas estaban convencidos de que una ciudad funciona cuando se concede más importancia a la vida pública y a las relaciones de vecindad que a las necesidades privadas.