Andrew Geller

Nacimiento:
estadounidense
Cita
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Biografía
Andrew Geller (*1924) visitó primero la Escuela Superior de Música y Arte de Nueva York (1939). Después trabajó para la Marina proyectando barcos e instalaciones navieras (1939-1942). Hasta 1947 no pudo terminar la carrera de arquitectura que había comenzado en 1942 en la Cooper Union for the Advancement of the Sciences and Art de Nueva York, ya que durante la guerra tuvo que servir en el ejército con el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos (1942-1945).
Durante 35 años trabajó para Raymond Loewy en Nueva York, tanto en el campo del diseño industrial y de productos, como en el departamento de Arquitectura. También concibió una parte de los interiores de la casa Lever de Nueva York (1951) y el jardín de esculturas con Isamu Noguchi. Bajo su dirección surgieron asimismo diferentes construcciones para grandes almacenes de la empresa Macy & Company, el edificio del Lord & Taylor Department Store en Garden City, Long Island, Nueva York (1956), y numerosos proyectos más.
Ya en los años cuarenta, Geller comenzó a dibujar casas en la playa. A partir de 1955 construyó por su cuenta varias de ellas en la región litoral de Hamptons y en Fire Island. Esas pequeñas residencias de fin de semana presentan un diseño único y visionario. La casa Reese I en Sagaponack, Nueva York (1955), fue la primera que llamó la atención por su forma poco convencional. Se trataba de una construcción de madera en forma de tienda, cuyo tejado en A, cubierto de ripias de cedro, cae hasta el suelo.
A partir de ahí obtuvo otros muchos encargos: en los años 1958-1961 construyó 15 casas, paralelamente a su trabajo para Loewy. Así en 1958 surgió en Fire Island, Nueva York, la residencia de Irwin y Joyce Hunt. La edificación es un paralelepípedo de madera, que parece balancearse sobre una de sus aristas.
A principios de los años sesenta, Geller desarrolló plantas y fachadas complejas a partir de formas geométricas simples. A esa época corresponde la casa Elkin en Amagansett, Nueva York (1966). Las paredes parecen dobladas, recortadas o plegadas de forma que dan una sensación marcadamente escultórica. Las construcciones, bien integradas en el entorno, encarnan asimismo los sueños de los propietarios que con ellas querían experimentar la libertad formal.